Lucha por tus sueños, de lo contrario los demás te impondrán los suyos.

Casi todo lo que realice será insignificante pero es muy imprtnt que lo lleve a cabo

NECESITAMOS SENTIR

El otro dia vino a mi espacio interior de reflexión un comentario emitido por el genial y polifacético Eduard Punset que versaba sobre la capacidad analítica (o mejor, la falta de capacidad analitica) en cuanto a la toma de decisiones de cualquier situación que se plantea en esta vida.
Me explico: Todos los seres racionales estamos continuamente tomando decisiones que provienen de nuestro supuesto libre albedrio. Y supuestamente, éstas vienen derivadas de un proceso de análisis y valoración con las diferentes variables que se nos presentan. Valoramos cada una en función de nuestros intereses, motivaciones (Extrinsecas o intrínsecas) y actuamos conforme a ellas. Pues bien, se ha demostrado científicamente que dichas decisiones no son más rentables para el objetivo final de cada uno, por el hecho de valorarlas analíticamente. Razón?? Nunca podemos conocer o controlar todas las variables (asiduamente cambiantes) que se dan en cada proceso. Y aquí es donde entra un concepto etereo pero real que se denomina “Intuicion” y que nos ayuda de forma implícita a finalizar cada conflicto por muy racional o medible que este sea.
La intuición se manifiesta principalmente en los momentos de “crisis” que conllevan las decisiones complejas (palabra desgastada hasta la saciedad en estos años por una economía desbocada hacia la falta de creación de riqueza real………espero que entiendan que me refiero a otra clase de crisis más interior y trascendental).
En Japón, el caracter que se utiliza para denominar el termino citado también se usa para significar la palabra “oportunidad”. Se utilizan, asi pues, indistintamente. Por tanto señores, cada crisis –economica, social, personal……- conlleva esencialmente una oportunidad de cambio. La mala noticia es que, por ende nos encontramos con un problema. El miedo a ese cambio. La incertidumbre
Los cambios son mas o menos traumaticos en la medida que somos capaces de dejar atrás las realidades, que por otra parte son siempre impermanentes. Preferimos muchas veces no actuar por el riesgo de emperar las cosas en el momento de cambiar. Y nos conformamos con nuestra falta de desaliento. Lo malo conocido se hace fuerte ante lo peor por conocer………..por qué peor???? Te lo ha dicho tu capacidad analítica o tu intuición?. Tu capacidad de creación o ese hastío que se instala en nosotros…….Necesitamos por tanto sentir. Imaginar y darle forma a esa imagen. Porque en ese camino encontraremos la respuesta.
Focalicemos cual catalejo, como decía Valle Inclan en su teatro del absurdo, para divisarnos desde un plano superior en el cual todo se relativiza. En esta altura mental podremos además, y desde la calma, ver nuestras realidad de manera más objetiva y sensible. Priorizando aquellos aspectos más relevantes para nuestro desarrollo personal y el de todos los seres sintientes. Las diferentes realidades van adquiriendo valor ahí arriba en la medida que podamos trasladarlas a un plano esencial. Los objetos materiales se dibujan pequeños, diminutos, poco importantes. Los momentos de paz y alegría con cualquiera que desee compartirlos con nosotros (cocinar un plato de “mole” con quien amas, ayudar a sonreir a alguien que no lo consigue o el gesto que cada uno de ustedes revele como liberador) se divisan impregnados de trascendencia, de mejora vital, de existencialidad espiritual…………..Y creo no exagero, hagan la prueba.
Asi pues, no necesitamos analizar. Para ello, la sociedad implacable ya se ocupa de imponérnoslo. Debemos y queremos sentir. Esperar a que el riachuelo de la consciencia llegue a ese maravilloso lago que es nuestro yo mas interior. Y esperar más todavía. Sentarse a ver como las aguas de nuestros pensamientos provenientes de la parte alta de la montaña reposan en el todo*. Entonces, y con cada segundo mental que pase (no medible en el tiempo) ese lago se tornara más y más puro. Transparente y clarificador. Solo así valoraremos la intuición.
A partir de aquí, cualquier proceso de toma de decisiones tan interno como no valorado a simple vista, se volverá para nosotros la decisión correcta. Habremos vencido a la palabra crisis con la serenidad de ver el fondo, y la habremos transmutado en una oportunidad de avanzar. De mirarnos a nosotros mismos como lo que somos. Energia pura capaz de sacar todo lo mejor hacia un infinito de bienestar que no divisamos pero que sentimos. Y al final del camino, cuando cualquier entorno más superficial nos señale y diga que no hemos obrado bien, solo sonreiremos porque sentimos que tomamos la decisión correcta.


*Les recomiendo que investiguen un término que me ha venido a colación mientras escribía estas líneas: AYOIDAD

Mantenerse en paz


Cualquier golpe sin violencia se convierte en un mero movimiento que , por supuesto, debe ser repelido. Por el contrario, el hecho de que lleve implícito cualquier atisbo de maldad proviene de la percepción de la mente. Así pues, no la recojamos como tal, no la alimentemos y nunca existirá dentro de nosotros.

TATUAJES EN EL VIENTO


Hoy voy a procurar ceñirme a una exposición lo más clara y objetiva posible sobre ciertas coletillas lingüísticas (verbalizadas según el criterio del hablante) inicialmente elocuentes pero que no se por qué extraña razón suelen preceder a una ofensa, crítica destructiva, ataque o invasión de la de la aneja parte aludida. Y eso es peligroso.

La libertad de cada uno acaba exactamente donde empieza la libertad del otro y el hecho de “sincerarnos” ante determinadas situaciones puede llegar a invadir un territorio sagrado y ulterior; es decir, la capacidad de ser nosotros mismos y de pensar u obrar conforme a nuestra conciencia mas pura.
Por lo tanto, y a la sazón, frases como “Es que yo soy muy sincero” “sinceramente hablando” ó “te voy a ser sincero” deberían derivar en comentarios madurados hasta la dulzura y aliñados con un respeto tan inusual hoy en día como valioso.

De hecho, el analizar y criticar siempre han sido labores mucho más ligeras, fáciles y en ocasiones lesivas, que las de crear. Aun así, dichas acciones siempre han gozado de un estatus elevado y han sido tradicionalmente reservadas para la elite sociocultural de nuestro país (no solo política, quede claro), tan “abierto” y mediterráneo que a veces se parece más a un criadero de mirones, criticones y sabelotodos que a una tierra que desea evolucionar en paz. Pero solo a veces.

Opinar negativamente sobre todo lo que nos rodea deriva asiduamente en un mecanismo de defensa, incluso en aquellos casos extremos en los cuales esa opinión social y punzante se vista de “consejo de amigo” sin ánimo de lucro.
Pero no nos confundamos. Criticar objetivamente no tiene porque ser un acto reprobable. De hecho, y parafraseando al XIV Dalai Lama, “todo es una cuestión de actitud” y si la actitud de esa crítica tatuada en el aire significa “intención de ayuda” a cualquier ser sintiente, conseguiremos nuestro objetivo final que no es otro que el de ser personas integras y ayudar a mejorar (que no solo avanzar: de hecho hay veces que detenerse y contemplar llenan el alma, mientras avanzar deprisa solo nos disfrazan de lo que nuestra sociedad quiere que seamos alejándonos al mismo tiempo de nuestro propósito. El que sea, pero es que es el nuestro).

Un último comentario a esta reflexión cercana a la anarquía , sin introducción, nexo o conclusión al uso propia de cualquier columna de opinión. Desearía subrayar la palabra “tatuada” (de hecho, procedo en estos momentos) por la importancia que para mí conlleva en esta columna creada por el arriba firmante. Y es importante por la repercusión que tiene cualquier comentario que nace de nosotros y que creemos que, por el hecho de ser pecuniariamente gratuito, no influye en el mundo. Que nos sirva a todos esta reflexión para saber que cualquier opinión, crítica o comentario que hagamos permanece vivo en el receptor del mismo. Y para los que creemos en que todo está interconectado de alguna manera, influye también, y mucho, en el devenir de la vida. Es lo que algunos llamarán Karma. Otros simplemente respeto ante ese devenir……….. o falta de él.

De cualquier manera, (y el escribiente el primero), tratemos de reflexionar sobre ese tatuaje grabado en el viento a la hora de emitir cualquier critica –constructiva o destructiva, Cartesiana o Kafkiana- y elaboremos un plan de acción vital que priorice crear sobre analizar lo ya creado por otros. Confíen en ustedes mismos porque son seres irrepetibles y extraordinarios. Y para ello les propongo un sencillo ejercicio. Imagínense una montaña y traten de fundirse con ella ante cualquier comentario vertido sobre ustedes; Humildes pero erguidos, fuertes pero agradecidos por las gotas de lluvia. Orgullosos de quien son y de lo que hacen, pero pacíficos e inmóviles para recibir todas las bendiciones del cielo.

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