Lucha por tus sueños, de lo contrario los demás te impondrán los suyos.

Casi todo lo que realice será insignificante pero es muy imprtnt que lo lleve a cabo

TIBET Y CHINA. Esperanza, amor, compasión.


A continuación, y tras este breve prologo, les transcribiré el relato mas desgarrador de los que se han cruzado entre mis manos. Un resumen silencioso y veraz de la cruzada pacífica que sufre y ha sufrido durante 51 años el pueblo tibetano a manos de la Republica Popular China y de su “célebre” Revolución Cultural (Habría que preguntarse si celebrada). Un pueblo dirigido por un líder que preconiza la paz y la ecología como instrumento político y social. Un pueblo al que nunca se le ha preguntado si deseaba el progreso de manos de la China comunista desde Mao Tzedong y Liu Shaoqi hasta Jiang Zemin y Hu Jintao. Todos ellos, líderes temerosos de un monje desprovisto de todas sus pertenencias pero inquebrantable a la sabiduría, el amor y la compasión sobre todos los seres sintientes (incluyo a los propios chinos).
No quiero acabar mi exposición previa sin señalar una entrevista a un monje encarcelado, torturado, vejado sexualmente y humillado en la plaza central de Lhasa en la cual su máximo temor era perder la compasión hacia sus captores. Un símbolo perdido en un mar de muertes, detenciones, ejecuciones sumarias, cierres de monasterios, colonización subvencionada y desmesurada por parte de los chinos “Han” y esquilmación de los recursos naturales del Himalaya tales como uranio y oro.
Mi corazón me pide contarles muchos mas pasajes de esta “carnicería” cruel y cobarde pero intentaré seguir los consejos de tantos ejemplos tibetanos encarnados en su santidad , el XIV Dalai Lama.
Así pues, intentemos cambiarnos desde dentro, destruir cada día nuestro samsara de la guerra en la cual nunca hay vencedores ni vencidos, solo sufrimiento y muerte. Luchemos por sentir compasión, por ver el beneficio de servir en la rueda de la vida, por no olvidar los sufrimientos que generamos para que nunca mas aparezcan.

*Deslizándonos silenciosamente durante la noche y escondiéndonos durante el día,
así es como en veinte días alcanzamos las montañas nevadas.
La frontera estaba aún a varios días de camino.
El suelo pedregoso maltrataba nuestros cuerpos, que avanzaban con esfuerzo y dolor.
Un bombardero pasó por encima de nuestras cabezas.
Mis hijos dieron un grito de terror,
y buscaron refugio en mi pecho.
El agotamiento era tal que yo me sentía como desmembrada,
pero mi mente velaba……..

Debemos continuar o moriremos en este lugar.
Una hija a un lado, un hijo al otro,
un bebe a mis espaldas,
llegamos a los campos de nieve.
Nos arrastrábamos por el flaco de las montañas que parecían monstruos
cuyas mortajas a menudo cubrían los cuerpos de los
pasantes que se habían aventurado en aquellos parajes.

En medio de aquellos campos de la muerte tan blancos,
un montón de de cadáveres helados
despertó nuestro vacilante valor.
Sobre la nieve, manchas dispersas de sangre.
Los soldados han debido cruzarse en su camino,
en nuestro país caído en manos del Dragón Rojo.

Rezamos la Joya que concede los deseos.
La esperanza en el corazón, la plegaria en los labios.
Casi no nos queda nada que comer,
y tan solo hielo para apagar nuestra sed.
Nos arrastramos juntos, noche tras noche.
Pero una tarde mi hija dijo que un pie le quemaba.
Cayó y volvió a levantarse sobre su pierna helada.
La piel hecha jirones y llena de profundos cortes que sangraban,
se acurruco gimiendo de dolor.
Al dia siguiente había perdido las dos piernas.

La muerte me acosaba por todos lados,
Yo era una madre impotente.
“Amala, salva a mis hermanos,
Yo voy a descansar un poco.”
Hasta que dejé de oír sus gemidos, que se perdieron a los lejos,
yo miraba hacia atrás, a través de las lagrimas y el suplicio de aquel dolor.
Mis dos piernas me llevaban, pero mi mente se quedó con ella.

Mucho tiempo después, en el exilio, sigo viéndola
agitando hacia mí sus manos heladas.
Mi hija mayor, pero apenas adolescente.
Dejar nuestro país fue demasiado duro.
Cada noche le enciendo una vela
y sus hermanos se unen a mí para rezar por ella.


*Tenzin Tsendue, “Paso de la frontera”, confiado a Sofia Stril-Rever para ser traducido y publicado en francés.

DALE AL PLAY MIENTRAS LEES EL BLOG (es gratis, no engorda y es bueno para la salud)

Si tienes un pepino de ordenador (lo digo por rápido, no hace falta que sea verde), dale al PLAY; Merece la pena ver este superblog (uno que nació modesto, jejejje) con esta supercancion de Loreena McKennit de fondo