Lucha por tus sueños, de lo contrario los demás te impondrán los suyos.

Casi todo lo que realice será insignificante pero es muy imprtnt que lo lleve a cabo

TATUAJES EN EL VIENTO


Hoy voy a procurar ceñirme a una exposición lo más clara y objetiva posible sobre ciertas coletillas lingüísticas (verbalizadas según el criterio del hablante) inicialmente elocuentes pero que no se por qué extraña razón suelen preceder a una ofensa, crítica destructiva, ataque o invasión de la de la aneja parte aludida. Y eso es peligroso.

La libertad de cada uno acaba exactamente donde empieza la libertad del otro y el hecho de “sincerarnos” ante determinadas situaciones puede llegar a invadir un territorio sagrado y ulterior; es decir, la capacidad de ser nosotros mismos y de pensar u obrar conforme a nuestra conciencia mas pura.
Por lo tanto, y a la sazón, frases como “Es que yo soy muy sincero” “sinceramente hablando” ó “te voy a ser sincero” deberían derivar en comentarios madurados hasta la dulzura y aliñados con un respeto tan inusual hoy en día como valioso.

De hecho, el analizar y criticar siempre han sido labores mucho más ligeras, fáciles y en ocasiones lesivas, que las de crear. Aun así, dichas acciones siempre han gozado de un estatus elevado y han sido tradicionalmente reservadas para la elite sociocultural de nuestro país (no solo política, quede claro), tan “abierto” y mediterráneo que a veces se parece más a un criadero de mirones, criticones y sabelotodos que a una tierra que desea evolucionar en paz. Pero solo a veces.

Opinar negativamente sobre todo lo que nos rodea deriva asiduamente en un mecanismo de defensa, incluso en aquellos casos extremos en los cuales esa opinión social y punzante se vista de “consejo de amigo” sin ánimo de lucro.
Pero no nos confundamos. Criticar objetivamente no tiene porque ser un acto reprobable. De hecho, y parafraseando al XIV Dalai Lama, “todo es una cuestión de actitud” y si la actitud de esa crítica tatuada en el aire significa “intención de ayuda” a cualquier ser sintiente, conseguiremos nuestro objetivo final que no es otro que el de ser personas integras y ayudar a mejorar (que no solo avanzar: de hecho hay veces que detenerse y contemplar llenan el alma, mientras avanzar deprisa solo nos disfrazan de lo que nuestra sociedad quiere que seamos alejándonos al mismo tiempo de nuestro propósito. El que sea, pero es que es el nuestro).

Un último comentario a esta reflexión cercana a la anarquía , sin introducción, nexo o conclusión al uso propia de cualquier columna de opinión. Desearía subrayar la palabra “tatuada” (de hecho, procedo en estos momentos) por la importancia que para mí conlleva en esta columna creada por el arriba firmante. Y es importante por la repercusión que tiene cualquier comentario que nace de nosotros y que creemos que, por el hecho de ser pecuniariamente gratuito, no influye en el mundo. Que nos sirva a todos esta reflexión para saber que cualquier opinión, crítica o comentario que hagamos permanece vivo en el receptor del mismo. Y para los que creemos en que todo está interconectado de alguna manera, influye también, y mucho, en el devenir de la vida. Es lo que algunos llamarán Karma. Otros simplemente respeto ante ese devenir……….. o falta de él.

De cualquier manera, (y el escribiente el primero), tratemos de reflexionar sobre ese tatuaje grabado en el viento a la hora de emitir cualquier critica –constructiva o destructiva, Cartesiana o Kafkiana- y elaboremos un plan de acción vital que priorice crear sobre analizar lo ya creado por otros. Confíen en ustedes mismos porque son seres irrepetibles y extraordinarios. Y para ello les propongo un sencillo ejercicio. Imagínense una montaña y traten de fundirse con ella ante cualquier comentario vertido sobre ustedes; Humildes pero erguidos, fuertes pero agradecidos por las gotas de lluvia. Orgullosos de quien son y de lo que hacen, pero pacíficos e inmóviles para recibir todas las bendiciones del cielo.

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